EL DUENDE
El duende recorrió la habitación de lado a lado,
pequeño, curioso, con aspecto de viejo, como todo duende enigmático.
Miró al hombre dormir, con un sueño tranquilo luego de noches de insomnio, recostado sobre su lado derecho.
Se paró frente a él, contemplando desde su estatura,
Miró al hombre dormir, con un sueño tranquilo luego de noches de insomnio, recostado sobre su lado derecho.
Se paró frente a él, contemplando desde su estatura,
ese rostro plácidamente dormido.
Se metió en su mente, provocando sueños inconscientes,
Se metió en su mente, provocando sueños inconscientes,
sueños que trastornaron la mente
de este varón quien al despertar se volvió desconfiado, reticente. Tal era la
suspicacia y el recelo de este señor,
que evadía hasta su propia
felicidad.
Su prudencia era tan extrema
Su prudencia era tan extrema
que la felicidad estuvo frente a
él
y no la supo ver.
Se quedó sólo, aguardando a quien no tuviera pasado,
Se quedó sólo, aguardando a quien no tuviera pasado,
ni defectos, ni errores, esperaba
a alguien puro e inmaculado.
Los años pasaron y la soledad lo abrazó para nunca más soltarlo.
Cada noche mientras duerme, todavía lo visita el duende,
Los años pasaron y la soledad lo abrazó para nunca más soltarlo.
Cada noche mientras duerme, todavía lo visita el duende,
condicionando su mente con
malicioso altruismo,
satisfecho de ver que ha podido
al igual que él,
desterrar a este señor de su
gente, para tenerlo como consuelo, hundiéndolo cada vez más en su propia desazón,
para que sienta el castigo de sus
errores,
no permitiéndole reaccionar,
haciendo que dejara ir a quien lo
amó de verdad
y muriendo poco a poco cada día,
mientras el viejo duende,
descansa a su lado.
derechos
reservados