DE CORAZÓN A CORAZÓN
Mi
pasado está vedando mis sueños presentes y el recuerdo retuerce mis entrañas.
¿Cómo
borrar tan malos momentos si fui cómplice de arrepentidos hechos?
Dicen
que la soledad muchas veces es mala consejera, y creo que para mí fue maquiavélicamente
retorcida condena.
Confesar
lo vivido fue lacerando mis entrañas, lastimando las tuyas que ya tenían
heridas marcadas.
Si
supieras como costó sacar afuera cada palabra, un abecedario balbuceado y
salpicado de barro y profunda miseria.
Apurabas
la verdad, ansioso y sufriente, yo la retrasaba, no por mentirosa sino porque
costaba parir las palabras reviviendo momentos que debía de desenterrar.
Me
costó mucho guardar lo prohibido, me costó mucho bloquear la verdad, necesité
enterrarlo bien lejos para poder seguir andando con un poco de paz.
Pero
la paz no estaba en mi alma, porque me culpaba, no perdonaba esa realidad.
Crucifiqué mis sentimientos creyendo que ya nunca podría amar.
¿Qué
es el amor? Me preguntaba. ¿Por qué nadie me puede amar? Pero sabía que si ese
amor aparecía, tarde o temprano contaría lo que no quería contar.
Pasó
mucho tiempo, ya ni recordaba lo que dejé atrás, si bien mi alma sangraba
arrepentida de su necedad.
Tuve
que revivirlo con mucho dolor y vergüenza para poderlo contar, por qué no me
gustan las mentiras y el esfuerzo de sacarlo afuera nuevamente me hacía mal.
Ya
saqué todo afuera, ya nada más oculto está, solo quedan las cicatrices que me
marcarán las huellas que no debo desandar.
Ya
no tengo que enterrar nada, ya nada hay que deba enterrar. Ahora camino
liviana, no hay mochilas que cargar. Solo quiero a tu lado compartir mi
soledad, recorrer caminos nuevos, sin nada que ocultar.
Ser
la luz que te ilumine y seas mi sol en este andar, caminar sobre las aguas sin
miedo a podernos ahogar, volar como los pájaros con alas de libertad.
Entrelazar
los corazones para tener una sola alma nada más. Quiero amarte y que me ames siendo pacto de eternidad, por el tiempo que
vivamos en este mundo real. Pero quiero un mundo solo nuestro, hecho de
felicidad, aunque digas que la felicidad no existe, la podemos inventar.
Inventemos
nuestro mundo, tuyo y mío y verás, que los sueños si queremos pueden hacerse
realidad.
Te
propongo lo intentemos, corazón a corazón, mirándonos a los ojos para descubrir
que lo nuestro, es verdadero amor.
NOEMÍ MOCCO
D/R
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