HIJO, TE ESPERO
Desespero en la espera y el corazón tiene latidos discontinuos.
Los relojes se adormecen y el tiempo camina lento.
La carretera aumentó la distancia que nos separa y atenta un laberinto para
llegar.
El viento ya no sopla y el aire parece no existir en mis pulmones paralizando
mi respirar.
Mi estómago se ha vuelto piedra retorciendo mis entrañas próximas a explotar.
Tanto es el miedo a no verte que las lágrimas se
desprenden de mis ojos despeñando los sueños.
Sin embargo el anhelo sigue de pié, esperando, segura de que vendrás.
Y aquí, sigo yo, agonizando la impaciencia de verte
de nuevo.
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